lunes, 26 de noviembre de 2007

¿Por qué me dejas desnuda el alma?



¿Por qué te mueres?
¿Por qué me dejas desnuda el alma?

El gemido vino del crepúsculo, el me embriago la vista e hizo de mis manos las espinas como nieve.
Y tuve que cerrar los ojos para que danzaran detenidas las lagrimas de miedo, haciendo heridas en mi venas y en mis labios sedientos de soles.

¡No te vayas!

Grite con desesperación
¿No me ves desnuda?

Cómo calmo la fiebre de mis ojos porque te mueres, porque me dejas desnuda y sola.
Si el viento es el gigante que me enviste en arena, en la brisa que es como espada un martirio, como la llave hasta el secreto de mi esencia.

¡Me verán Dios santo!

Como hago para sujetarme, para no caerme, como alcanzo la nube para reposar en su calma, como curo mi desnudes y no grito.

A veces no entiendo que me destroza por mirarte, si vivo por contemplarte, por ser tu amante, pero me llega tu ausencia, la mía y nos dormimos como noche.

Mira: Llegaran los colores a disfrutar la tarde, veremos rojos toques de nostalgias, amarillo deseo de pasión, púrpuras melancolías de mi nombre enloquecido de poesía.

¡Ay crepúsculo!

Sujetaras mi pelo en tu mano, me dormitare en tus llagas y te iras como siempre, despacio, silencioso y sin nada que decirme.

Quiero ahogarme para seguirte como ángel, dime si puedo volver mañana...

domingo, 25 de noviembre de 2007

Malos habitos de soledad


Es la necesidad de mirar la ventana, de escurrirme en medio del lago, besar la piedra húmeda.
De vez en cuando hay una nostalgia que empolva mis zapatos, una lagrima que se sujeta a los ojos y que tiene el nombre de valentía; allí no soy tan cobarde.
Extraño, amo, quizás el duelo de las distancias que me abofetea la cara, como si llegara el crepúsculo a romperme los ojos de susto, es a veces una sombra que me aprisiona el alma.
Válgame la insana tristeza, la de mi cuerpo, la de mis manos que se esconden debajo de una sabanas, así nadie la encuentre débil, ni sucia, ni pobre.
Nunca quise ser lo que soy, y lo que soy de vez en cuando me hace sentir que existe siempre una puerta para ver la luz.
Es cierto, duelen las distancias y los años; las ausencias y la compañías cálidas.
Hay de vez en cuando dos minutos para llorar y uno para rescatar sonrisas sinceras.
Necesito un pasaporte para la noche, para buscar sus suspiros de años tiernos, un bote para buscar su sal que dio a una estrella fugaz, unas alas para salvar su necesidad y su esperanza, ¡que anhelos de enamoramiento!, si se me viniesen encima como un torbellino, como el grito del amor desvistiendo toda mi ignorancia.
Pero a veces no hay nadie, ni el sol, ni la lluvia, ni el canto de trinos pintorescos, nadie que me escuche, ni te sienta. Solo hay un vació, un trago que asimila lo que escondo o lo que busco.
Así son mis malos hábitos de la soledad, un golpe de desesperación que necesita, que pide, que busca, tan solo se quede mas de dos segundo sujetando mi boca en sus labios y no vuelva a irse como una nube de sueño.


lunes, 19 de noviembre de 2007

Mi boca dormida





No hay mas silencio que mi boca dormida
como un murmullo de relámpagos de noches.

He de mirarte como te mueres Lengua
Dulce, celosa y frágil.

Es que su boca te muerde y te sueña
como el recuerdo que me hiere al escribirte.

Y estamos solas a la deriva de su saliva misteriosa,
que se acopla a mi vestido para pecarte con suave
baile de amantes que se excitan.

¡Tú!
pequeña mía que te esconde en mi boca como
un túnel de turbulencias,
que se aprisiona haciendo un nudo inquebrantable,
Un nudo celoso como la niebla, como la hierba.

Estamos solas, pequeñas y desnudas,
llevadas como el viento al Sepulcro de la noche.

Aprisionadas de miedo y dolor de horas secas,
sin su beso, sin su boca, sin su miedo.

Secas y polvorientas como el otoño de
La blanca ausencia de su rabia.

De su ira queriéndome comer,
Deseándome hasta su muerte,
odiándome hasta su vida,
con su boca y su lengua,
con mi boca y mi lengua.

No hay mas silencio que mi boca dormida
como un murmullo de relámpagos de noches.

He de mirarte como te mueres Lengua
Dulce, celosa y frágil.

viernes, 16 de noviembre de 2007

Tres Pecados



Ayer peque tres veces:
Te mire, te sonreí y te llore.

La vieja noche de Noviembre
Tuvo un pretexto para volverme a condenar.

Tu recuerdo en ausencia,
La cobarde despedida de martes.

No nos dijimos nada,
Todo era el vació de lo
Que no supimos decirnos.

Y peque tres veces al decir:
Te odio, te odio, te odio.

Por tu abandono cometí pecado,
Hundí mi corazón en sal
Y la nostalgia me abofeteo la cara.

¿Porqué tu necedad de tiempo?
¿Porqué mi cobardía de miedo?

Qué hicimos de la historia
Condenándonos,
Que pecado más mortal
Nos presumimos.

Y volví a pecar tres veces al decir:
Te amo, te amo, te amo.

Por tu visita cometí pecado,
Sentencie a mi alma en tu nombre
Y la risa me ilumino la cara.

Es cierto, te dije:
Ayer peque tres veces,
Te recordé, te perdone y te ame.