domingo, 27 de enero de 2013

Suena el reloj

Suena el reloj y las paredes del tiempo son como un cristal a punto de explotar, allí el mejor momento es el recuerdo:

Esas paredes blancas, el silencio de una habitación mojándolo todo, esas ganas de llorar porque no estas, porque no vienes, porque hay una soledad vestida de blanco y es triste.

¡Qué necedad! 

Como no vestirme de ella cuando el sol no quema y el papel se convierte en una filosa daga que no me deja escribirte, que no me deja llamarte.

¡Y te necesito!

 Te llamo y mi voz no te alcanza, entonces huyo como una cobarde...

sábado, 24 de octubre de 2009

De ese ir y venir


Suena un arpa en la profundidad de la montaña y la mirada se vuelve nueva.
Los zapatos parecieran que tuvieran alas y entonces empiezas a pensar en la magia de ese ir y venir de la cosas.
Piensas si habrá algún secreto en la fragilidad que mueve todo.
Será acaso que cuando llega la tarde y ésta se vuelve tan serena, entonces vuelven los recuerdos a ser una melodía tan diferente.
Es así que te sientes como una borracha que tiene una copa vacía y que espera impaciente que sea la hora de abrir el bulevar.
Hago una mueca y sonrío…
¿Cómo puedo pensar en eso?
Será, acaso mi forma de hablarte de esa necesidad.
De ese ir y venir entre los recuerdos.
De ese pensar en lo que quiero mirar en veinte años más.
Será la forma de volver…
De sacudir el polvo y sentir que una letra es ese algo más de lo que te quiero decir.
Ya vez, todo se renueva, nuestra mirada, nuestro abrazo.
Todo es nuevo hasta la brisa fresca de esta tarde.
Ya vez, estamos sintiendo de nuevo en ese ir y venir de las cosas…

lunes, 15 de diciembre de 2008

Auto retratación


Cuando abre los ojos al amanecer, allí aparece ella, una mujer, una niña a la vez.
Y mira a su alrededor la simpleza, la tierna ternura de una ropa que la espera, una caricatura que se ríe en un espejo, a veces con un traje de etiqueta y otras con un traje de pobreza.
Camina, a ella le gusta caminar por la playa, le gusta mirar el sol escondiéndose o riéndose con ella, porque sus ojos se vuelven de colores y el tiempo sin que ella lo sepa se detiene.
Ama el Mar, como un amante silencioso.
Ella dice que él lo escucha, que a veces le platica de sus sueños y que a veces se ponen a contar las estrellas como si fueran historietas de esos niños que se duermen.
Le gusta andar por la calle, le gusta dibujar con su mano un mensaje de amor para las cosas, quedarse por horas vagando por aceras desconocidas. Dice que siempre encuentra a un gato rasguñando una puerta o un pájaro que no puede volar y es así que el regreso no puede ser sin una lágrima, sin un pensamiento de amor.
A veces se ve tan fuerte, a veces se ve tan perdida, pero ella solo quiere vivir y ella solo quiere soñar.
Hay que observarla de nuevo, hay que sentirla otra vez, hay que vivirla con tiempo. No todo es lo que parece, la tristeza se lleva adentro, la belleza, la ternura, los defectos, la ironía, la simpleza, el amor y hasta el perdón.
Hay que mirarnos de nuevo, hay que llorarnos, hay que reír, hay que morirnos de nuevo.
Por eso que la observo y ella ríe, como si la risa fuera un mensaje para buscarle el sentido a la vejez, para que nadie olvide que la vida es un sueño, para que nadie olvide ese pedazo de niñez que se pierde en un espejo.
Ama el cielo estrellado más que a la Luna.
Y vaya la risa que me da cuando dice que luna tiene una cara de señor y que si cierra los ojos en su luz, la quietud es como tenerla entre sus manos acercándola a un beso confuso de amor.
Cuando ella despierta escribe, cuando piensa en los sueños ella es una bailarina con su danza de niña frágil arriba de un piano.
Ama las rosas blancas por su pureza.
A veces me parece tan ingenua y yo quiero que viva así, sin perder su lado de niñez, sin que pierda el derecho de soñar otra vez.
Ella también imagina a ese hombre que la acompañe en sus paseos por la playa, que se ria con las historietas de los niños, que invente un paseo imaginario por las nubes, que tenga un gato rasguñando puertas y un pájaro para salir a volar, que tenga tiempo para observar las estrellas que esperan a la Luna con un beso claro de amor.
Cuando abre los ojos al amanecer, allí aparece ella, una mujer, una niña a la vez.