martes, 18 de diciembre de 2007

confesiones de una tarde


Confieso:
A veces traigo un delantal con agujeros, unos zapatos gastados por malas pisadas, un cansancio de horas que pasan sin besarme porque se queman con mi nombre.
Visto de una soledad que escribe y condena el temor celoso de una niña, que crece y que mira en un espejo diciendo: ¿Por qué gritas ternura?, ¿Por qué gritas amor?, ¿Por qué gritas soledad?, ¿Por qué te duele tu inocencia de niña?, ¿Por qué lloras tristezas?.
Me quedo pensando, soy yo...
Entonces acudo a mi rincón secreto, con la tempestad de unos ojos débiles, unas manos quebrándose ante el frío de una habitación en penumbras, un hito de un pasado que me duele en aguacero de grietas ocultas.
¡No!
No quiero que llore,
¡No!
No la quiero secreta y frágil,
¡No!
No me quiero triste esta noche.

Necesito un respiro de una ballena verde, una pulsación de una guitarra vieja, alguien que me visite en mi locura y peine mis cabellos con ternura.
Tendré que gritar en silencio para que me escuchen o quizás deba cerrar los ojos para que nadie me vea.
No se, tal vez solo sea la borrachera de una copa de soledad brindando en mi mesa o la confesión de mi idiotizada madurez que me quema.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

te confieso algo? este texto ha quedado entre mis favoritos de los que he leído de vos... sencillamente me encantó.

te dejo un abrazo

te quiero

Laura Diana dijo...

"tal vez solo sea la borrachera de una copa de soledad brindando en mi mesa o la confesión de mi idiotizada madurez que me quema."

wow esa parte me ha encantado!! en serio :)

Tiempo sin pasar por acá...
Te quiero harto n.n