Al mar le debo mis olvidos:
El peco en mi locura y embraveciendo su oleaje desnudo
capturo mi ternura de enamorada,
allí, cuando nadie daba nada por mi sombra.
Me enseño a perderme en la blancura de su espuma mortal,
como el veneno más puro que mis carnes pudieron beber.
Amable fue su caricia y me deje llevar, casi perfecta,
como la lluvia que nos acompañaba.
Nade, urdí sus heridas de cañón y permanecí en el,
tanto como su abrazo me ataba a sus olas de inmortalidad.
Celosa, entonces, fueron las gaviotas en el cielo,
Y la arena enrojeciendo su cara me miro los ojos y le tuve miedo.
Confesé, entonces:
Como no haber besado sus labios de sal,
si su roce, de delicado nombre,
fue el manantial de mis sueños amorosos,
desnudando suciedad, tristezas y agonías.
Como no haberle amado,
si la cena tuvo un crepúsculo de soles,
una caminata de años y luces vivas.
El todo me lo dio y todo me lo quito.
Me regalo su noche de luna,
me regalo su tarde y escribió mi nombre
en una estrella fugaz para que no me perdiera.
Todo me lo quito;
Porque mi amor nuca fue de el,
porque ni la ola, ni la lluvia,
ni la braza de volcán ardiendo,
nada pudo borrar al que amaba.
Es cierto,
A el le quise, a otro es al que amo.
El peco en mi locura y embraveciendo su oleaje desnudo
capturo mi ternura de enamorada,
allí, cuando nadie daba nada por mi sombra.
Me enseño a perderme en la blancura de su espuma mortal,
como el veneno más puro que mis carnes pudieron beber.
Amable fue su caricia y me deje llevar, casi perfecta,
como la lluvia que nos acompañaba.
Nade, urdí sus heridas de cañón y permanecí en el,
tanto como su abrazo me ataba a sus olas de inmortalidad.
Celosa, entonces, fueron las gaviotas en el cielo,
Y la arena enrojeciendo su cara me miro los ojos y le tuve miedo.
Confesé, entonces:
Como no haber besado sus labios de sal,
si su roce, de delicado nombre,
fue el manantial de mis sueños amorosos,
desnudando suciedad, tristezas y agonías.
Como no haberle amado,
si la cena tuvo un crepúsculo de soles,
una caminata de años y luces vivas.
El todo me lo dio y todo me lo quito.
Me regalo su noche de luna,
me regalo su tarde y escribió mi nombre
en una estrella fugaz para que no me perdiera.
Todo me lo quito;
Porque mi amor nuca fue de el,
porque ni la ola, ni la lluvia,
ni la braza de volcán ardiendo,
nada pudo borrar al que amaba.
Es cierto,
A el le quise, a otro es al que amo.
Las luces de la tierra reclaman mi retirada.
Ya vendra el proximo Septiembre,
Ya vendra el proximo Septiembre,
para soñar con encontranos y
jugar que nos amamos...
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