
Oculta como la daga de dedos feroces,
así la mirada se enveneno de dolor.
Tus estaciones llenas de nieve
eran como frío de ausencias y
tempestades de hielo seco.
Tenía miedo de perder mi zapato de cristal,
quedar a la deriva en medio de un temporal,
ser rasgada por la ira indomable de viento viejo.
Yo quería soñarte vivo de sangre roja,
latitudes de baile, norte y sur ardiente.
Te quería para mi, no de otras,
ni para otras, porque allí tú me desolabas.
¡Llore!
Como lloran las hojas en otoño,
destroce tierra y aire con mis manos,
me sentía hundida en tristezas y penares.
Y llegaste;
Como el sol tibio de verano,
vestiste mi soledad con un abrazo,
diciendo: Aquí me tienes mujer, soy tuyo.
Entonces, comenzamos a caminar...
así la mirada se enveneno de dolor.
Tus estaciones llenas de nieve
eran como frío de ausencias y
tempestades de hielo seco.
Tenía miedo de perder mi zapato de cristal,
quedar a la deriva en medio de un temporal,
ser rasgada por la ira indomable de viento viejo.
Yo quería soñarte vivo de sangre roja,
latitudes de baile, norte y sur ardiente.
Te quería para mi, no de otras,
ni para otras, porque allí tú me desolabas.
¡Llore!
Como lloran las hojas en otoño,
destroce tierra y aire con mis manos,
me sentía hundida en tristezas y penares.
Y llegaste;
Como el sol tibio de verano,
vestiste mi soledad con un abrazo,
diciendo: Aquí me tienes mujer, soy tuyo.
Entonces, comenzamos a caminar...