
Abro la puerta y digo:
La tristeza parecida al recorrido de una lagrima en la mejilla, con un color tan oscuro como el miedo que se enluto en la noche anterior, se me viene al cuerpo y allí tengo cuatro disfraces para vivir.
Y como si el viento me tuviera de nuevo vengo a robarme el aliento de mi madre luna, queriendo su silencio de hipnotizada dama para contarle de los cuatro colores que me sobreviven.
Uno que se me viene con el azulado cielo de Febrero, un grito de una sirena que quiere viajar al fondo del mar para nacer de nuevo.
Una anaranjado Julio, desbrochando mi ropaje para ser la conjetura de un crepúsculo a punto de morir en el deseo.
Un rojo lunes de Septiembre, con el sabor de un año que dibuja mi figura de mujer acobardada o de mujer enamorada.
Y por ultimo un Diciembre, con un dorado traje de mendiga, sin zapatos y una corona de paja, trayendo los vestigios de lo que me dio la pobreza de un día.
Entonces, ahora puedes pasar; y puedes mirar como duermo en la cuarta nota de mi afán, que carezco de la primera y la ultima nota de mi guitarra. Que si la buscas bien, el “Mi”, la encontraras escondidas en la abertura de mi alma, que quizás también, venga disfrazada por la inmensa risa de una nota grave o con la belleza de la tristeza de una nota dulce.
Tal vez, solo me encuentres tan desnuda y quieras ser tú el quinto color que me sostenga, o simplemente seas ese “Mi”, que me hace falta...
La tristeza parecida al recorrido de una lagrima en la mejilla, con un color tan oscuro como el miedo que se enluto en la noche anterior, se me viene al cuerpo y allí tengo cuatro disfraces para vivir.
Y como si el viento me tuviera de nuevo vengo a robarme el aliento de mi madre luna, queriendo su silencio de hipnotizada dama para contarle de los cuatro colores que me sobreviven.
Uno que se me viene con el azulado cielo de Febrero, un grito de una sirena que quiere viajar al fondo del mar para nacer de nuevo.
Una anaranjado Julio, desbrochando mi ropaje para ser la conjetura de un crepúsculo a punto de morir en el deseo.
Un rojo lunes de Septiembre, con el sabor de un año que dibuja mi figura de mujer acobardada o de mujer enamorada.
Y por ultimo un Diciembre, con un dorado traje de mendiga, sin zapatos y una corona de paja, trayendo los vestigios de lo que me dio la pobreza de un día.
Entonces, ahora puedes pasar; y puedes mirar como duermo en la cuarta nota de mi afán, que carezco de la primera y la ultima nota de mi guitarra. Que si la buscas bien, el “Mi”, la encontraras escondidas en la abertura de mi alma, que quizás también, venga disfrazada por la inmensa risa de una nota grave o con la belleza de la tristeza de una nota dulce.
Tal vez, solo me encuentres tan desnuda y quieras ser tú el quinto color que me sostenga, o simplemente seas ese “Mi”, que me hace falta...